domingo, 24 de junio de 2007

“Se trata, ni más ni menos"

Un llamado artículo de Miguel Concha (el decano de los derechos humanos de La Jornada) propone una ley llamada “Ingreso de Ciudadano Universal”. “Se trata, ni más ni menos, de garantizarle a todas las personas el contar, independientemente de su forma de inserción o no en el mercado laboral, la capacidad de existir y tener una vida digna”.
La palabra clave es “garantizar”. Lo de “independientemente de su forma de inserción o no en el mercado laboral” también me gusta mucho. Es una propuesta con profundas implicaciones éticas (por supuesto), sociales y todo lo demás. Es “un avance en la desmercantilización de la existencia”, cuando “la sobrevivivencia esté por encima del mercado”. El IGU “significa igualmente el reconocimiento del valor social de todos los tipos de trabajo no remunerados o sin fines de lucro”.
¿Estoy leyendo bien? Un autoridad de los derechos humanos en el país (además un sacerdote católico, dominico), publicado en un periódico prestigiado, propone que nadie debe tener que trabajar. “Una transferencia monetaria garantizada," dice, "por el Estado a todos los habitantes del país, para satisfacer sus necesidades básicas, ampliar su libertad de decisión y aumentar su autonomía”.
¿Hay alguien por allí quien considera esto digno de reflexión seria? ¿Y qué tal la pésima y pedante redacción? Obvio que Miguel Concha nunca ha tenido que trabajar ¿pero hay algo más?

jueves, 21 de junio de 2007

Libertad en el mercado

Siempre sabíamos que la religión, la fe en dios y las doctrinas, ejercía sus influencias en los medios. Pero ahora, de acuerdo con el New York Times, tenemos un caso que ilumine los mecanismos del proceso. No se trata de lo que hubiera pensado—protestas de eminencias en la fe, campañas de cartas, amenazas de boicot.
Ha salido un nuevo anuncio para los condones Trojan (en los Estados Unidos), que se agarra del deber cívico, como para entrar a la mente del público y vender más Trojans. Y esto fue la razón porque dos cadenas de TV lo rechazaron (junto con supuestos millones de dólares).
El anuncio retrata una escena típica de ligue en una taberna. Sólo que el hombre es un cerdo. Se está fallando con la chica. Entra al baño y se compra un condón de una máquina. Se transforma en un chico guapo. Regresa con la chica y ahora sí está muy interesada en él. El lema es “evoluciónate”.
Las dos cadenas se negaron a vender el espacio para el anuncio porque sabían que se podía agarrar de la prevención e incluso del placer para vender condones. Pero de la contracepción, nunca. Ahí sí se pueden ofender los que tienen las miras morales en sus almas eternas.
La ecuación parece ser de manera que al aceptar las vastas sumas de dólares, ganan seguro, pero también pierden—por los almas de la fe que pueblan el mundo entero que se ofendan. Y no saben cuánto perderían. Incluso puede resultar inofensivo para la religión. Pero no pudieron tomar la decisión con tal incertidumbre.
Ahí está un mecanismo de control. Parecido a la auto censura bajo el sistema totalitario. Pero aquí lo determina las leyes del mercado, no las leyes de un partido de estado. La diferencia es que aquí parece racional la censura. Se toman las decisiones con el ojo frío puesto en la ganancia. Pero en el estado totalitario por lo menos la gente sabe que están censurados los medios y los directores de los medios tienen la línea del partido en la mano. Aquí pensamos que haya libertad y nos felicitamos por ello.